Este fin de semana me lo he pasado reparando la pala de una de mis guitarras, la primera explorer que construí, hace unos añitos ya. Os voy a documentar la reparación ya que me parece interesante por su complejidad y por el riesgo que conlleva, ya que cualquier error podría dejar inservible la guitarra.
La cuestión es que estaba ensayando y cuando fui a apoyar la guitarra en el ampli para hacer un descanso, no sé cómo hice que se me resbaló y se cayó a plomo al suelo, todavía me duele cada vez que me acuerdo, fué como verla caer en cámara lenta y no me dió tiempo a llegar… Aparentemente no se veía ni un rasguño a simple vista, pero observé que le costaba mucho mantener la afinación, y se trata de una guitarra que la mantiene excelentemente, por eso me llamó la atención. La examiné a fondo en la zona de encolado entre el mástil y el cuerpo y no vi nada extraño, hice lo mismo en la zona de la pala y tampoco se apreciaba ni un solo rasguño, es lo que tiene fabricarlas bién sólidas jejejeje. Me di cuenta de que algo pasaba porque no había forma de afinar correctamente, entonces me puse el optivisor, para quiénes no lo sepan, es una visera que lleva unas lentes de aumento, y fue así como ahora sí que se apreciaba una microfisura apenas perceptible aun con las lentes, pero que al forzar la pala, se notaba perfectamente como tendía a abrirse, especialmente en una esquinita en la línea de pegado de la scarf joint (el corte en ángulo entre mástil y pala, en este caso de 17º).
Hay gente que me dice: “Vaya faena que se te cayera, no te dió un jamacuco”, y mi respuesta es: NO, esas cosas pasan y no se puede hacer nada, si la guitarra estuviera dentro de su estuche cinco, diez o cuarenta años seguro que siempre se mantendría como nueva, pero una guitarra no es concebida para eso, no tiene sentido si la tenemos en una urna de cristal mirándola, un instrumento tiene sentido si hace música con él, si sirve como vehículo para transmitir emociones. Las guitarras son para usarlas, y tienen que darse golpes, roces y incluso caerse como me pasó a mi. Bueno, que me descentro, a lo que iba…Os voy a detallar paso a paso como decidí qué tipo de reparación llevar a cabo y cómo la hice. En este casó opté por meterle unos injertos de madera de wengué, tres espigas de 6 mm de ancho (que es el diámetro de la fresa que tengo para hacer los canales del alma) por 8 mm de profundidad. La longitud puede ser variable, incluso no tendrían ni que ser las tres iguales, pero bueno, yo las deseñé así, de 60 mm coincidiendo justo la mitad a cada lado de la línea de encolado como se aprecia en las fotografías.
Antes de empezar encinté bien la pala con cinta de carrocero para que no se dañara tanto por una cara como por la otra y con la ayuda de una plantilla que me hice en cartón, marqué la posición de las espigas para posicionar la fresa correctamente y que quedaran equidistantes. No me digáis que no mola la toalla de Coca-cola…Jejejeje
Para poder hacer el trabajo con la mayor precisión posible me fabriqué un jig muy útil y sencillo. Cogí un trozo de viga de 95X95 mm y marqué los 17º del ángulo de la pala y con la sierra de banda lo corte a modo de rampa. Después monté una base de DM con dos carriles y lo atornille sobre el trozo de viga que corté previamente, con esto ya tenemos la base del jig. Ahora, para poder atornillar la fresadora, hice una base con otros dos carriles que encajan en los de la parte de inferior perfectamente, con lo cual se produce un movimiento lineal sin ninguna holgura.
Para poder deslizar a izquierda y derecha para los otros taladros, escopleé los taladros donde va amarrada la fresadora para que me permitieran dicho movimiento. Les puse unos topes delante y detrás porque cuando vas fresando, es complicado frenar en el sitio correcto a ojo y para no arriesgar, mejor así.
Una vez listo el jig, lo fijé al banco de trabajo con un sargento y atornillé la pala al jig por los taladros de las clavijas para evitar movimientos. Ahora ya es tan simple como deslizar el carro del jig, y las cavidades salen perfectas.
Ahora vamos a hacer las espigas, esto parecía más complicado, pero no lo es tanto. Para ello parto de una tira de wengué que tenía por el taller para otros menesteres. Con la sierra japonesa, los corto de la longitud de la mortaja y con la ayuda de un rotulador, marco los radios para hacerle la curvatura exacta. Para ello me valgo de mi mesa de lijar que fabriqué con el motor de una lavadora y que va de perlas. Una vez hecho esto, compruebo si encaja y como esto ya sería mucha casualidad, retoco con una lima para llevarla al perfil definitivo.
Una vez hechas las tres espigas, paso a encolarlas, para ello unto bien de cola las mortajas y las espigas y incrusto los tres injertos. Luego limpio con un trapo húmedo la cola que es expulsada para que sea más fácil trabajar y también para que las espigas se dilaten con la humedad y queden bien apretadas. Una vez hecho esto, les meto fuerza mediante una chapa de hierro que tengo para hacer este tipo de trabajos y un sargento.
Para que la reparación quede más fuerte y más estética, decido ponerle una veneer de la misma madera que la guitarra, bubinga concretamente. Regrueso una pieza de 1.7 mm con la fresadora montada en un túnel que uso para estos fines y muchas otras utilidades. Una vez que la tengo a la medida adecuada, con la plantilla marco la forma de la pala y la llevo a su forma con la sierra de banda dejando un buen márgen a cada lado para que no haya imprevistos, que más vale que sobre que no que falte jejeje.
Dejo encolando toda la noche y a por la mañana siguiente quito el sargento y como las mortajas eran de 6×6 mm y las espigas de 6×8 mm, pues si las mates no nos fallan sobran 2 mm que quito con la ayuda de un formón.
A continuación lijo bien para regularizar y también para eliminar la nitrocelulosa del resto de la pala. Queda tal que así:
Cómo la pala lleva la inclinación de 17º, hay que hacérsela también a la veneer que voy a encolar, para ello pongo la olla de las patatas guisadas, pero esta vez sólo con agua, aunque se acercaba la hora de comer y el estómago me susurraba cosas…
Previamente corté un molde haciendo la forma de la pala en negativo con la sierra de banda, una vez impregnada en vapor, metí la veneer dentro del molde y lo puse sobre el recipiente con agua hirviendo y fui aprentando los sargenos poco a poco hasta llevarla a su forma definitiva.
Ahora viene una operación delicada sobre la que voy a hacer hincapié. Los taladros de la pala. Si encolamos primero sin ellos, hacerlos a posteriori se complica bastante, por eso decidí presentar la veneer sobre la pala y con una broca de madera de 10 mm (diámetro de los taladros de las clavijas) marqué el lugar donde debía taladrar. Hasta aquí sencillo, pero la dificultad viene debido a que la bubinga tiene un poro exageradamente largo y profundo, y como el grosor de la pieza es de 1.7 mm, existe un riesgo elevado de que al taladrar se rompa, de hecho hice pruebas en un retal, y así ocurría.
Para prevenir esto, decidí pasar primero una broca de 2.5 mm (que es la medida de la guía que trae la broca) y luego inserté la broca y realizando movimientos giratorios con la mano adapte el taladro de 2.5 a la medida de la guía de la broca, ya que es en este paso donde se corre el riesgo de romper la pieza. Cogí un tablerito de aglomerado para usarlo a modo de prisionero, y puse una tira de cinta de doble cara de forma longitudinal abarcando todos los taladros, de esta manera me aseguro que la cinta contenga la pieza y evite que se mueva o que se astille. El resultado fue perfecto y los taladros coincidían con total precisión. Aprovechando la situación ya para evitar el desplazamiento de la veneer al aplicarle la cola, la fijé a la pala por tres de los taladros de 10 mm de las clavijas. Para el resto, utilicé las mini prensillas de fabricación casera siguiendo todo el perímetro de la pala.
Para eliminar el exceso de la veneer que sobresale, podría usar una fresa copiadora con rodamiento inferior para la dremel, pero como no tenía y cuestan sobre 30€, decidí hacer un soporte a modo de palpador para cortar solo el exceso, pero frenar la fresa justo en el canto de la pala para que no se coma a ésta.
Hecho esto, ya solo queda aplicar la nitrocelulosa sobre la zona de la reparación y guitarra lista y como nueva para dar mucho rock n’ roll. Pues espero que os haya servido de ayuda, este es el modo en el que yo lo he hecho, habrá más formas, porque cada maestrillo tiene su librillo, pero a mi me ha dado muy buen resultado y la pala ha quedado incluso más sólida que antes manteniendo la afinación de forma sorprendente. Pues me despido hasta el siguiente artículo amigos. Salud y Rock N’ Roll.
Excelente trabajo ,yo quisiera ver otra reparacion en una guitarra clasica donde se parta la pala gracias
Muchas gracias Damarys, lo tendré en cuenta cuando repare una para hacer un reportaje. El procedimiento es muy similar!!!
Hola Damarys, como en su día me lo pediste, he dedicido documentar otra reparación de pala de forma distinta a como lo hice aquí. Te dejo el enlace al hilo: https://baladocustom.com/2020/07/17/rotura-de-pala-guitarra-acustica/
Espero que te sirva. Un saludo!!!